cuyos blondos plumajes, al hundir
su disco el sol en las lejanas sierras,
cruzaban resplandores de rubí.
Del terso lago se tiñó de rosa
la superficie límpida y azul,
y a sus orillas garzas y palomas
posábanse en los sauces y bambús.
Muda la tarde ante la noche muda,
las gasas de su manto recogió;
del lindo mar dormido en las espumas
la luna hallóla y a sus pies el sol.
Ven conmigo a vagar bajo las selvas
donde las hadas templan su laúd;
ellas me han dicho que conmigo sueñan,
que me harán inmortal si me amas tú.
Jorge Issacs
Jorge Issacs
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